El feminismo y la gramática

Como anticipó alguna vez el escritor español Javier Marías, pronto ya no se podrá decir que “el perro es el mejor amigo del hombre”, ahora habrá que escribir que el perro y la perra son los mejores amigos y amigas de la mujer y el hombre.

En Argentina, esto de pelearle al sustantivo su género comenzó cuando una ex mandataria declaró enfáticamente en 2007 que a ella debían referirse como la presidenta, con lo cual al sucederla un varón, bien podría reclamar que lo llamen presidento.

De todos modos, la gramática está llena de arbitrariedades que se empiezan a desnudar cuando un niño conjuga con su lógica formal el verbo “caber” y todos lo corregimos  rápido.

Y vaya uno a saber porqué, en  la morfología del lenguaje existen los sustantivos ambiguos, que no tienen género, dicho de otra manera, sirven tanto para masculino y femenino, el género lo determina el artículo que lo acompaña. Por ejemplo oyente, periodista, caminante, fiscal, y obviamente, presidente.

A veces la ignorancia crea resentimientos al cuete. Pensemos: en nuestro idioma hay participios activos como derivados verbales, por ejemplo, el participio activo del verbo atacar es atacante. Y el de sufrir es sufriente. Pero el participio activo del verbo ser es “ente”, lo que significa que tiene “entidad”, que puede ser o ejercer la acción, por eso la persona que preside es presidente,  más allá de su sexo.

Pero de prosperar esta persecución feminista del español pronto leeremos en los diarios una noticia contándonos que a una mujer accidentada la velan en “la capilla ardienta, y que era una estudianta adolescenta que fue imprudenta al cruzar la callejona”.

Ocurre que para ciertas personas hasta la lengua (el castellano, aclaro) es un órgano sexual, y pregonan que el predominio del género masculino en el plural  significa una discriminación sexista.

Tal vez cuando en aquella Torre de Babel bíblica nacieron los distintos idiomas, la mujer ocupaba una posición secundaria, pero también es real que la palabra Hombre es subsumible por lo simbólico, pasa por la palabra, y no representa un enigma para nadie. Todo lo que quiere un hombre se puede contar y contabilizar. Hasta su goce sexual está localizado. La Mujer, como genérico, como universal, en cambio, según Lacan, no tiene un significado claro, cada una se inventa su propia respuesta sobre qué es ser una mujer, e intenta lidiar con ello, toda la vida. Ya vemos cómo.

Fuente: LA PRENSA

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